Milei hace una doble apuesta a la polarización, pero no juega solo y pesa el poder territorial
El Presidente ya planteó la idea de darle sentido plebiscitario a las próximas elecciones. Eso demanda nacionalizar los comicios. Inquietan a Olivos las versiones sobre desdoblamientos en distritos clave. Asoma el juego de los gobernadores. Y sigue abierta la pulseada con el PRO
Javier Milei va cerrando el 2024 en condiciones difíciles de imaginar hace un año y la celebración del oficialismo -con base económica y política- alimenta junto a su concepción de poder una apuesta doble a la polarización en las elecciones que vienen. Se trataría de plebiscitar la gestión y, complemento básico, nacionalizar los comicios. Dicho de otra forma: una batalla en blanco y negro con el enemigo elegido -algo que también construye CFK– y sin lugar para el juego de los gobernadores. En espejo y aún desde una posición de fuerza, el plan de Olivos enfrenta una pulseada con posibles socios y un mapa sin poder territorial.
Los últimos mensajes del oficialismo van en línea con la intención de absorber o bajarle el precio al PRO, que arrastra internas por la relación con el Presidente y dificultades para encontrar un lugar propio frente al proceso que expresa Milei. Con todo, el Gobierno presiona al máximo pero se encuentra frente a un fenómeno potente -la fragmentación política-, que allana algunos caminos pero también expone desafíos por la propia lógica de mantener, precisamente, fragmentos políticos.
Ese es el tema más gravitante para los jefes provinciales, que anotan poco en su balance de la relación con el gobierno central y necesitan conservar capital propio para lo que viene, camino a las elecciones y su posible resultado nacional. Por supuesto, operan distintas aspiraciones y batallas internas. Vale el ejemplo de Jorge Macri, al frente del distrito que el PRO defiende como marca inicial y distintiva, pero también el caso de Axel Kicillof, que privilegia su proyecto presidencial y entra en conflicto con Cristina Fernández de Kirchner.
La última señal de presión de Milei sobre Mauricio Macri resume en parte esa andar con el combustible de los resultados a favor y también con necesidades. Pareció una mezcla de desafío y de registro de los movimientos o especulaciones para desenganchar comicios locales del cronograma nacional de elecciones, algo que se deja trascender desde las filas amarillas, cruzadas por la interna. Sobre esa fisura trabaja Patricia Bullrich, que acaba de dejar un mensaje extremo e inquietante sobre la polarización.
Milei acaba de dejar esta frase para el PRO, entre otras consideraciones más duras: “O vamos juntos en todos lados o vamos separados. Trampas al electorado, no”. Y lo hizo sosteniendo que no hay lugar para matices: “Los que estamos del lado de las ideas de la libertad, nos ponemos de este lado. Del otro lado no me interesa porque yo no estoy, no tengo nada que hablar con los kukas”.
Como mensaje de presión, planteó de hecho que el PRO sólo tiene espacio acompañando al oficialismo, de manera subordinada. Pero del mismo modo, pareció acusar recibo de los trascendidos sobre adelantamiento de elecciones, especialmente la Ciudad de Buenos Aires.
En medios macristas, se advierte que sería imposible acordar una estrategia -y listas- con el PRO acompañando a LLA en provincia de Buenos Aires, mientras el “mileismo” amenaza con ir por todo en la disputa porteña. No está claro qué podría ocurrir en provincias gobernadas por lo que fue JxC -es decir no sólo el PRO, sino radicales y aliados macristas aunque con juego propio-, algo que además abre interrogantes por algunos ensayos de convergencia entre el oficialismo nacional y oficialismos locales.
El problema se extiende con rasgos diferentes a distritos en manos del peronismo, algunos más cercanos a Olivos -se destacan Tucumán, Catamarca y Salta- y otros plantados en una oposición más dura. Ese último listado, reducido, incluye a Buenos Aires. Y Kicillof mantiene su proyecto presidencial, para lo cual es indispensable un triunfo bonaerense en la elección del año que viene. El desdoblamiento electoral aparece entonces en los planes del gobernador y es un desafío que provoca fuerte enojo de CFK y su entorno.
La necesidad de mantener el poder local es un elemento de peso casi excluyente para los espacios provinciales, que administran cinco distritos (Misiones, Río Negro, Santa Cruz, Neuquén, Santiago del Estero), sin contar el peronismo original de Córdoba. Ninguno de ellos mantiene relaciones muy ásperas con el gobierno nacional, pero necesitan ratificar dominio territorial aún para sostener líneas de negociación efectiva y evaluar incluso alianzas locales.
Eso explica en buena medida la línea de tensión que debe atender el Gobierno en su proyecto de plebiscitar la elección, frente a un escenario que también expone el sentido favorable a sus planes de la fragmentación política. Por eso mismo, un fortalecimiento de los gobernadores no significaría necesariamente un traspié en la cuenta de la elección nacional, pero mantendría un tablero que demanda negociación y no garantiza alineamientos.
La otra cuestión es la relación con socios y posibles aliados. Mauricio Macri le respondió a Milei y evitó cualquier expresión abiertamente confrontativa, aunque fue muy sugerente sobre el trasfondo de la pulseada. Dijo en primer lugar que comparte el planteo presidencial sobre el requisito para un acuerdo entre el oficialismo y el PRO: que sea en “todos lados”, es decir, al menos en la mayoría de los distritos. Se sabe: la Ciudad y la provincia de Buenos Aires encabezan esa ecuación.
El ex presidente incluyó otros dos renglones significativos. Sostuvo que un acuerdo demanda ser “absolutamente transparentes” frente al electorado. Nadie negaría un eco del frustrado tratamiento del proyecto de Ficha Limpia. Y agregó la necesidad de “cuidar la República”, posible referencia a la relación con la Justicia.
La posición del PRO es antes que nada complicada, incómoda, frente al avance de Milei y la idea de que encarna ahora la consigna del “cambio”. Pero además, enfrenta una interna dura: Patricia Bullrich se encarga de mantener esa batalla abierta, como ofensiva para el alineamiento detrás de Milei.
En estas horas, además de presionar por una definición del PRO para las elecciones que vienen, la ministra se sumó al discurso del plebiscito. Lo llevó a un punto delicado y extremo. Dijo que será una disputa entre el apoyo a la gestión nacional, o su rumbo, y “el Club del Helicóptero”. Fue más lejos que nadie, en el terreno de los funcionarios. El problema crecerá si el clima de campaña va diciendo que no fue excepcional.