Los gobernadores presionan para discutir el DNU en el Congreso y Kicillof gana centralidad con los reclamos a Milei
Piden claridad sobre los fondos para las provincias e intentan contener la furia interna del peronismo. El mandatario bonaerense se puso al frente de los primeros cuestionamientos al Presidente
Los gobernadores peronistas quieren dar gobernabilidad. Son dirigentes apegados a las instituciones y entienden, como nadie, la necesidad de que la gestión presidencial sea estable y fuerte. Pero también tienen la obligación de marcar la cancha y dejarle en claro a Javier Milei que con su voluntad de ejercer un cambio profundo y rápido en el sistema político, no los puede empujar por la espalda y pedirles contención sin, previamente, buscar acuerdos básicos.
Después del DNU que el Presidente dio a conocer el miércoles, muchos de ellos quedaron sorprendidos por la falta de tacto político para negociar consensos. En la reunión que tuvieron en la Casa Rosada le pidieron al Jefe de Estado saber que contenía la Ley Ómnibus y que el contenido del DNU vaya al Congreso. No obtuvieron explicaciones ni detalles. Solo pedidos de colaboración. Un toma y daca vacío.
Los mandatarios exigen que el DNU, donde se derogan 300 leyes, se discuta en las dos cámaras parlamentarias como proyecto de ley. De esa forma, asumen que podrían generar un acompañamiento al decreto que en el Gobierno definen como el eje central de la reconstrucción de la Argentina que están dispuestos a llevar adelante.
Además, los gobernadores quieren tener claridad sobre cómo afectarán todas esas derogaciones a la gestión y los fondos provinciales, y conocer qué va a pasar con los fondos coparticipables. Están mostrando buena voluntad en el inicio de gestión del Gobierno, pese a que cayó mal la forma en la que el Presidente decidió avanzar con el decreto de necesidad y urgencia. Aún así, no están en la trinchera dispuestos a bombardear Casa Rosada.
En definitiva, lo que existe es la voluntad de acompañar algunos de los cambios que propone Milei, pero discutirlos en el Congreso. No quieren que se los impongan y que el Jefe de Estado empiece su mandato marcando las condiciones. Entienden que no es una buena señal para la convivencia con el Parlamento y con la oposición.
El triunfo en el balotaje por el 55% de los votos le dio espalda y legitimidad para tomar decisiones en el Poder Ejecutivo. Pero no sucedió lo mismo en la elección general, cuando salió segundo con el 30% de los votos. El resultado de esa elección fue el que conformó las dos cámaras del Congreso. Y en ambas La Libertad Avanza (LLA) tiene apenas un puñado de legisladores: una representación minoritaria.
Para que el DNU sea aprobado por el Congreso debe conseguir al menos el respaldo en una de las dos cámaras. Explicado a la inversa, para ser anulado debe ser rechazado por las dos cámaras. Si una la apoya, el decreto será convalido. Los mandatarios peronistas saben que el único lugar por donde tiene posibilidades de pasar el decreto es el Senado, motivo por el que Milei apuesta a conservar su idea original y que el decreto sea aprobado tal cual está.
En Juntos por el Cambio también hay voluntad de apoyar el DNU pero si es enviado como proyecto de ley. Una situación similar. Quien lo explicó mejor fue el nuevo presidente de la UCR Nacional, Martín Lousteau, quien pidió que Milei haga “una ley espejo” al decreto al que consideró inválido. Si eso sucediera, el radicalismo y el PRO le darían su respaldo en varios de los ítems del documento.
Uno de los temas centrales de la discusión entre los gobernadores y Milei es el impuesto a las ganancias. El Presidente está convencido de concretar su regreso por un año. Eso es lo que les dijo en la reunión donde los mandatarios le pidieron que compense ese agujero fiscal con el impuesto al cheque. Pero en la Casa Rosada aseguran que esa no es una opción y que el Jefe de Estado avanzará con la restitución de ganancias. Es decir, no escuchará el pedido delos mandatarios.
Si se concreta esa intención, se abrirá un foco de conflicto con alguno de los sindicatos más fuertes, como es el caso de Camioneros o La Bancaria, que tienen muchos afiliados que quedan atrapados por el impuesto. La intención de los gobernadores es jugar políticamente más cerca de los sindicatos y armar un bloque que tenga mayor peso en la negociación con Balcarce 50. Por eso es una incógnita cómo ser moverán cuando se efectivice el regreso del impuesto que Sergio Massa sacó hace pocos meses.
Entre los gobernadores peronistas hay una voz que ya se destaca por encima de las demás y es la de Axel Kicillof. El bonaerense fue protagonista de dos gestos que le dieron centralidad. Fue el primero de los mandatarios en salir a cuestionar, con mucha dureza, el DNU anunciado por cadena nacional, y el último viernes encabezó una reunión de legisladores y dirigentes peronistas en la que se analizó y rechazó el decreto.
En ese encuentro se sentaron a sus costados Massa y Máximo Kirchner, dos de los nombres propios más relevantes del armado de Unión por la Patria (UP). El ex candidato a presidente tiene un vínculo fluido con el Gobernador, mientras que el del líder de La Cámpora es tenso y sinuoso. Ambos serán protagonistas en los próximos meses donde el peronismo comience a dar una discusión por el liderazgo vacante de la fuerza política.
Fue la primera foto de la unidad después de la derrota electoral y el primer encuentro -que tuvo lugar en La Plata- relevante del peronismo. Una señal de rechazo a la decisión de Milei y el anticipo de que serán la principal oposición a las políticas del gobierno libertario.
Después de esa reunión Kicillof planteó en una rueda de prensa que le dijo al Presidente que el Gobierno tiene la responsabilidad de plantear “las bases macroeconómicas” de la gestión. “No nos dio ninguna estimación de lo que va a pasar con inflación, con la actividad económica, con los giros a las provincias, con los recursos tributarios. Nosotros no podemos proyectar el 2024″, se quejó.
El Gobernador fue la voz pública de ese encuentro. Otra señal del rol que tendrá en esta etapa donde el peronismo se reconfigura en el rol opositor. Los gobernadores peronistas tienen la intención de ser menos crudos y duros que Kicillof. Sin embargo, ninguno tiene la potencia de la voz del bonaerense. El único que marca un liderazgo interno en ese grupo de 8 es el santiagueño Gerardo Zamora, un equilibrista que conoce bien los momentos donde debe jugar a fondo y en los que debe navegar con mayor tranquilidad.
Hacia adentro, la oposición peronista discute un posicionamiento uniforme frente a la avanzada de Milei. Hay matices, hay diferencias y hay necesidades. No hay intención de echar leña al fuego, como anticipan desde el oficialismo. Pero tampoco pueden aceptar – según su posición ideológica – un decreto todopoderoso como el que anunció el Presidente. El calor de enero marcará el pulso de la discusión política del nuevo gobierno y de la nueva oposición.