La administración Biden reiteró su apoyo al gobierno de Alberto Fernández
El respaldo de la Casa Blanca fue ratificado durante la gira que protagonizó Sergio Massa en Washington, donde se reunió con funcionarios claves del Departamento de Estado, la Secretaría del Tesoro y el Consejo de Seguridad Nacional
A diferencia de Ricardo Alfonsín y Fernando de la Rua, que sufrieron profundas crisis económicas y perceptibles debilidades políticas, Alberto Fernández será acompañado por la administración de Joseph Biden hasta el último día de su mandato presidencial. Alfonsín y De la Rua cayeron cuando la Casa Blanca se corrió de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una decisión geopolítica ya descartada en medio de la compleja coyuntura que protagoniza el país como consecuencia de la sequía y la fractura interna del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.
Biden no tiene afinidad política con Alberto Fernández, pero necesita acumular poder regional para enfrentar la ofensiva de China en América Latina. Juan González y Mike Pyle -consejeros de Seguridad Nacional de los Estados Unidos- se reunieron con Sergio Massa en la embajada de la Argentina ubicada cerca de Georgetown, y en esa conversación de setenta minutos ratificaron la posición de la Casa Blanca.
Junto al ministro de Economía se encontraban Jorge Arguello -representante del país en DC-, Gabriel Rubistein -secretario de Política Económica-, Gustavo Pandiani -subsecretario para América y el Caribe-, y Leonardo Madcur, jefe de Asesores del Palacio de Hacienda. Fue un cónclave con agenda abierta y diseñado para explicitar el apoyo Quid Pro Quo de la administración Biden al gobierno de Alberto Fernández.
Pyle y González explicaron a Massa que la Casa Blanca está decepcionada por la agenda geopolítica de Lula da Silva con Beijing, y ese cuestionamiento a Brasil ubica al gobierno argentino como un socio coyuntural de Estados Unidos para bloquear la estrategia de Xi Jinping en la región.
Es un movimiento clásico para construir un balance de poder: Buenos Aires no puede reemplazar a Brasilia – por peso propio y porque al Gobierno le quedan menos de ocho meses de existencia-, pero su volumen actual es más que nada para los cálculos del Salón Oval. “Hay cierta incomodidad con Brasil y su relación con China”, reveló un miembro de la delegación de Massa que participó de la reunión con Pyle y González.
La línea roja planteada por los consejeros Pyle y González fue una inesperada advertencia para Balcarce 50. Juan Manuel Olmos, vicejefe de Gabinete, chateó con Massa para informarle que Alberto Fernández había decidido postergar hasta su regreso la competencia pública para la concesión de espectro de Quinta Generación (5G) destinado a telefonía móvil. El chat de Olmos fue antes de la reunión realizada hace 48 horas en DC con los consejeros de Seguridad Nacional de Biden.
Pyle y González eludieron la referencia a la licitación de 5G y al interés geopolítico de Huawei, una empresa de tecnología china que tiene intenciones de quedarse con la mayor tajada de la oferta que haría el Gobierno en los próximos días. Pero la advertencia estaba implícita cuando los consejeros de Seguridad de Biden exhibieron su decepción ante la cercanía que exhibe Lula con el régimen chino.
Pyle es el principal asesor económico de Biden, y su poder interno en la Casa Blanca supera a la influencia institucional de Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos. González, en cambio, no sólo lleva la agenda de América Latina en el Consejo de Seguridad, sino que además tiene una excelente relación personal con Massa.
Michael Kaplan, es el secretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental del Tesoro, y se cruzó con Massa en el Banco Mundial. Massa le comentó que tenía prevista una reunión con González en el embajada argentina, y Kaplan no pudo con su sentido del humor:
-González ya es del Frente de Todos-, bromeó el subsecretario adjunto, en referencia al papel clave que jugó ese consejero de Biden para lograr que Argentina renegocie las metas previstas en el FMI.
-No! Es del Frente Renovador, replicó Massa.
A Kaplan no le quedó otra alternativa que sonreír junto al ministro de Economía.
La ecuación Quid Pro Quo planteada por Estados Unidos respecto a la Argentina tendrá correlato en su propia agenda de política exterior. Es decir: Alberto Fernández congelará los proyectos estratégicos de XI en el país -represas, centrales nucleares, litio, puertos e hidrovía- y a cambio la Casa Blanca sostendrá al gobierno del Frente de Todos.
La grave sequía trastocó la economía y convirtió en papel mojado el Acuerdo de Facilidades Extendidas que sirvió para refinanciar la deuda pública de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri cuando ocupaba Balcarce 50. En este contexto, Massa y Gita Gopinath -vicegerente ejecutivo del FMI- se encontraron el viernes para recalibrar las metas del acuerdo y evitar un posible waiver (perdón) a pocos meses antes de las elecciones presidenciales.
“La sequía impactó sobre las metas. Y sé que hay respaldo político. Vamos a trabajar en ese sentido”, comentó Gopinath a Massa, que ya había tenido enfrentamientos técnicos con la vicegerente ejecutiva durante la cumbre del G20 en Bengaluru.
Ese choque entre Massa y Gopinath no dejó huella en la relación bilateral y ahora importa muy poco frente a la posibilidad de recalibrar las metas principales acordadas con el FMI. En ese oportunidad, Gopinath le había cuestionado al ministro que no le había adelantado su decisión de rescatar títulos públicos, y unos días mas tarde todo se astilló -de nuevo- cuando Massa ratificó la moratoria de jubilados.
Ante la caída vertical de las reservas, el incremento del déficit fiscal y el aumento de las transferencias del Tesoro al Ministerio de Economía, la moratoria a los jubilados y la compra de títulos aparecen como dos hechos menores ante la crisis causada por la sequía y el impacto del 7.7 por ciento de inflación de marzo.
Gopinath y Massa lo entendieron de idéntica manera, y ayer iniciaron un nuevo kick off respecto a las metas comprometidas con el Fondo. Los primeros pasos técnicos de la negociación fueron dados por Luis Cubeddu -director adjunto del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI- y Leonardo Madcur, jefe de asesores del Ministerio de Economía.
El respaldo político que hizo referencia Gopinath tiene nombre y apellido: Joseph Biden. El presidente de los Estados Unidos avalará todas las reformas a las metas que finalmente negocie Economía con el staff del FMI. La Casa Blanca no quiere inducir una nueva crisis institucional -como ya sucedió con Alfonsín y De la Rua- y aplicará su poder en el directorio del Fondo para apagar posibles sofocones políticos y cambiarios en la Argentina.
Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, respalda la posición geopolítica de Biden. Pero también le añade una cuota de supervivencia burocrática. Georgieva está desencantada con Alberto Fernández, elogia la influencia en Estados Unidos y la dedicación de Massa, y siempre se acuerda del destino que sufrieron los técnicos del FMI que negociaron con Macri y su gabinete.
Entonces, Georgieva se va a cuadrar a las instrucciones que reciba del Consejo de Seguridad Nacional y de la Secretaría del Tesoro, y hacia adelante cuando deba decidir sobre la V revisión y sus nuevas metas, el board del FMI hará lo que ordene Biden desde el Salón Oval.
Este respaldo político a Alberto Fernández, que Massa negocia desde su propia lógica de poder y con consultas mínimas al primer piso de Balcarce 50, no implicaría fondos extras para fortalecer las reservas del Banco Central en un escenario de incertidumbre cambiaria y la constante necesidad de usar los dólares para evitar que la producción colapse por falta de recursos.
Massa y Georgieva no tienen previsto negociar una ampliación del Acuerdo de Facilidades Extendidas, ya no existe el presunto remanente de la deuda tomada por Macri, y la única posibilidad en el FMI sería acceder a un fondo de resiliencia creado en enero de 2022 para países pobres y de ingresos medios destinado a aplacar eventuales shocks en la balanza de pagos.
Desde esta lógica política, las partidas extras para apuntalar las reservas del Banco Central no serán desembolsadas por el FMI. Massa y Georgieva negociarán durante semanas las nuevas metas y a continuación el board del Fondo hará su aprobación formal como consecuencia de lo acordado entre Alberto Fernández y Biden.
Eso implica que habrá una regularidad en los desembolsos -junio, septiembre, diciembre-, pero tambien significa que los recursos necesarios para sostener la actividad comercial y contener una hipotética crisis de mercado serían aportados por otros jugadores del sistema multilateral de crédito.
Estados Unidos controla los directorios del FMI, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ese control político se ejecuta a través del Consejo de Seguridad Nacional -con Mike Pyle- y también con Yanet Yellen, secretaria del Tesoro. Cuando Massa en nombre de Argentina negocie los fondos necesarios para el Banco Central, Pyle y Yellen harán lo necesario para que esa ayuda financiera clave no se trabe en la burocracia de Washington.
“La intención es que haya coordinación entre el FMI, el Banco Mundial y el BID”, aseguró un miembro de la delegación que trabaja junto a Massa.
-¿De qué plazo estamos hablando?
-El eventual cambio de metas no significa desconocer que el programa funciona como un ancla de la economía. Entonces, no debería modificarse el cronograma de las reuniones del directorio que aprueba para la revisión y gira los fondos. Los cambios tienen que ver con el impacto de la sequía. Ese es el concepto básico.
-¿Descartado el FMI, que aportarían el Banco Mundial y el BID?-, insistió este enviado especial.
–Nosotros necesitamos recursos, y ellos los tienen. Hay una decisión de la administración Biden para ayudarnos, y lo vamos a utilizar. Se abre una nueva negociación con el BID y el Banco Mundial.
La voluntad política de Biden no sólo se justifica en la ofensiva regional de China. En la Casa Blanca se observa con atención los procesos institucionales en Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador, y su agenda diplomática apunta a lograr que Argentina no se sume a la ola constante de conflictos de gobernabilidad en América Latina.
La perspectiva del Salón Oval parte del siguiente razonamiento: sin fondos para sostener la economía, un proceso político errático causó la caída de Alfonsín (1989) y De la Rua (2001). Ahora, con las coaliciones políticas en puja y las consecuencias económicas de la sequía, la administración Biden hará todos sus esfuerzos para apoyar al gobierno de Alberto Fernández hasta que concluya su mandato.
No hay coincidencias ideológicas, solo se trata de los intereses de Estados Unidos en la región.
Antes de llegar a DC, Sergio Massa se encontró con Wendy Sherman, subsecretaria de Estado. Sherman es una diplomática de carrera, entiende español aunque no puede hablarlo fluido, y fue designada por la Casa Blanca para seguir la agenda que acordaron Alberto Fernández y el líder demócrata.
El ministro de Economía y Sherman mantuvieron un conclave en Santo Domingo, y después de ajustar la hoja de ruta entre Argentina y Estados Unidos, la enviada de Biden preguntó a Massa sobre la situación política en la Argentina. El jefe de Hacienda fue cauto en la descripción y analizó la actual situación interna de las coaliciones -Frente de Todos y Juntos por el Cambio-, en un escenario cruzado por la situación económica y la desilusión social.