Martín Llaryora se enfoca en Córdoba y mantiene buena sintonía con Milei, pero con diferencias
En un contexto de reconfiguración partidaria y ausencia de liderazgos, el gobernador de Córdoba proyecta aportar al debate nacional la mirada de su provincia. Los objetivos y los límites de la estrategia
Hace pocos días, Córdoba volvió a ingresar a la Casa Rosada después de cuatro años. El nuevo gobernador, Martín Llaryora, retomó el vínculo institucional con Nación y expuso su voluntad de diálogo y de apoyo a la gobernabilidad, pero con un límite: la provincia continuará sosteniendo niveles altos de inversión en salud y educación pública, y las obras que consideren necesarias para garantizar el crecimiento.
Llaryora transita la delgada línea entre acompañar aportando gobernabilidad al nuevo Presidente, sin transformarse en un dirigente alineado a la administración nacional, con la que marcó algunas diferencias. Tampoco quiere convertirse en una oposición acérrima que contradiga la voluntad expresada por el electorado cordobés. Enfocarse en lograr una buena gestión en su provincia, mostrar esos logros y continuar construyendo liderazgo entre gobernadores aportan a la construcción de una Córdoba como referencia en medio de un clima de fragmentación e incertidumbre.
El gobernador de Córdoba sabe que está siendo observado, dicen desde su entorno. Es uno de los más jóvenes, pero con dilatada trayectoria política. Llega para tomar la posta en la segunda provincia más grande del país y para continuar con el “Modelo Córdoba”, al que le dará su impronta. Es el tercer exponente, después del fundador del cordobesismo, el fallecido José Manuel De la Sota, y de su sucesor, Juan Schiaretti.
Arribó a la Casa de Gobierno provincial con la proyección nacional en agenda, y el foco en trabajar para construir la idea de un “partido argentino”, construcción que buscará iniciar en la medida en que la coyuntura nacional lo permita. “En este contexto de reformas nacionales, su trabajo está enfocado en un 90%, en su provincia”, afirman sus colaboradores.
En su entorno se habla ya del “Partido Cordobés”, que está en desarrollo, casi en estado embrionario. De base peronista, naciente en Hacemos por Córdoba, al que se le han sumado en la nueva gestión dirigentes del Radicalismo y de Juntos por el Cambio, que hoy ocupan funciones clave como la vicegobernación y la cabeza de ministerios transversales, como el de Industria.
La idea del “Partido Argentino” busca la misma impronta a nivel nacional. “La decisión es aportar al debate nacional, la mirada de Córdoba y federal. Llaryora buscará trabajar en la idea de la construcción del Partido Argentino, integrado por quienes coincidan en que se sale adelante con dos pilares fundamentales: Ordenamiento Fiscal y Desarrollo de toda la Argentina”, destacan desde su espacio.
Emergentes, desde el interior
Ante la crisis y reconfiguración de los partidos políticos, y la llegada de Javier Milei, empezó una nueva partida en el armado nacional. En este “volver a barajar” se abre la oportunidad para la gesta de dirigentes que ya han hecho su camino en las provincias. La caída del Kirchnerismo y las divisiones en Juntos por el Cambio dejaron acéfalos a los adeptos a la participación partidaria activa, de liderazgos claros con proyecciones reales a futuro.
El cordobesismo no abandona el sueño de gobernar desde el interior. Lo intentó con Angeloz en el 89, De la Sota compitió en las PASO del 2015 en el frente UNA, y Schiaretti llegó a las generales del 2023. La buena performance del gobernador saliente y la exposición de las políticas implementadas en Córdoba dentro de un país golpeado por la crisis abrió la puerta para que las miradas se centren en la dirigencia del interior que logró gobernar. Sin hacer futurología y siendo cautos por el contexto que aún no amerita esta discusión, afirman que el sucesor natural para continuar con ese legado, será Martìn Llaryora.
En el micro clima cordobés definen a Martín Llaryora como “un animal político” y se ilusionan: “No tiene techo”, dicen. En los últimos dieciséis años fue intendente de San Francisco, ministro de Industria, Comercio, Minería y Desarrollo Científico Tecnológico; vicegobernador, diputado nacional, intendente de Córdoba Capital y asumió este 10 de diciembre como Gobernador.
El eje Schiaretti-Llaryora
En los años de alternancia entre los gobiernos peronistas de Córdoba, no hubo incidencia o supremacía de un mandatario por sobre otro. Si bien el recambio generacional en Córdoba se puso en marcha con la llegada de Llaryora al poder, la fórmula para la gobernabilidad sigue siendo la misma: “El que gobierna, gestiona. El que se retira, no interviene”.
En esa línea de retiro, fuentes allegadas a Schiaretti confirman que el ex candidato presidencial hará recorridos por el país, seguramente con disertaciones, alejándose de la actividad de gestión local, pero siempre habrá consonancia entre ambos.
Tal es el caso de la Cámara Baja, donde hasta hace pocos días se confirmó la creación de un nuevo bloque: Hacemos Coalición Federal, producto del acuerdo político entre Hacemos por Córdoba, la Coalición Cívica y Cambio Federal. Si bien parte de los 23 diputados son cercanos a Martín Llaryora, la vicepresidencia de la banca quedó en manos de Carlos Gutiérrez, hombre del riñón de Schiaretti. La sinergia continúa activa y no se descarta el arribo del ex gobernador, a Diputados, en los próximos dos años.