El BCRA cerró la primera mitad del año con prudencia monetaria y acumulación de reservas
Para especialistas, un déficit fiscal acotado y el buen desempeño de la Secretaría de Finanzas en las licitaciones de deuda local permitieron reducir la emisión de dinero para cubrir los gastos del Tesoro a una cuarta parte de lo que precisó en la primera mitad de 2020.
«Sin dudas se vio una mayor coordinación entre el Banco Central y el Ministerio de Economía», admiten los analistas.
El Banco Central (BCRA) cerró el primer semestre del año con una contracción real de la Base Monetaria del 18,2% interanual y una acumulación de US$ 3.050 millones de reservas internacionales que, para economistas consultados por Télam, reflejó un accionar «prudente» que podría ayudar a controlar las expectativas en los próximos meses.
Puntualmente, la Base Monetaria alcanzó los $ 2.705.144 millones el 30 de junio y creció 11,6% nominal la primera mitad de 2021 -más de 10 puntos porcentuales por debajo de la inflación del período- lo que implicó un freno a la fuerte expansión del año pasado, sobre todo durante los meses de mayores restricciones por la pandemia de Covid-19, según datos del último Informe Monetario Mensual del BCRA.
Un déficit fiscal acotado y el buen desempeño de la Secretaría de Finanzas en las licitaciones de deuda local, coincidieron los analistas, permitieron reducir la emisión de dinero para cubrir los gastos del Tesoro a una cuarta parte de lo que precisó en la primera mitad de 2020.
«Podría decirse que, en general, el Banco Central tuvo una política monetaria bastante prudente en materia de agregados monetarios, y no solo si se lo compara con el año anterior, sino también contra la inflación», dijo a Télam Guido Lorenzo, economista y director de la Consultora LCG.
«Sin dudas se vio una mayor coordinación entre el Banco Central y Economía. Después del cimbronazo de la brecha cambiaria arriba del 130% que vimos en septiembre del año pasado empezamos a ver una política monetaria y fiscal mucho más consistente», sostuvo, por su parte, el director de la consultora Analytica, Ricardo Delgado.
Para poner en contexto, entre marzo y septiembre de 2020, apremiado por la necesidad de dar respuesta a la crisis económica que trajo el coronavirus y ante la imposibilidad de recurrir a un volumen suficiente de endeudamiento externo o local, el Tesoro le pidió al Banco Central que emitiera $ 1.705.500 millones para cubrir gastos.
Sin embargo, en los últimos nueve meses, el esquema de financiamiento del déficit fiscal fue cambiando, lo que ayudó a consolidar una contracción monetaria en términos reales.
«Debería ponderarse lo que pasó en esta primera parte del año. Cuando la política monetaria es expansiva, como el año pasado, parece que el dólar va a explotar y que cuando hay una contracción no hay nada bueno. Esto no es así», apuntó Lorenzo.
Para Martín Vaunthier, economista de la consultora Anker, «detrás de la dinámica monetaria está la evolución fiscal, que fue muy acotada: hasta mayo el déficit fiscal fue el 0,1% del PBI y, a junio, de apenas el 0,5%».
«La gran pregunta es lo que va a pasar hacia adelante», apuntó Vaunthier que, ante la cercanía de las elecciones y una época del año en la que los ingresos fiscales por exportaciones del sector agrícola se reducenb, dijo que «es probable que veamos una mayor asistencia al Tesoro de parte del BCRA».
«El Tesoro está cambiando el mix de financiamiento. No lo hace sólo con emisión sino también con deuda. Ahora, hay que ver qué pasa en los próximos meses, si fueron austeros para tener margen en la segunda parte del año o van a mantener este esquema», analizó el director de Ecolatina, Matías Rajnerman.
El Presupuesto 2021 fijó que el 40% del déficit se financiaría con nueva deuda en pesos y el 60% restante con asistencia de la entidad monetaria, una proyección que a esta altura del año se sobrecumplió, debido a el Palacio de Hacienda obtuvo financiamiento neto por $ 356.000 millones y recibió $330.000 millones del BCRA, apenas un cuarto de los $ 1.252.000 millones que se habían emitido para esta misma época del 2020.
Rajnerman, tras señalar que «hay que destacar que el freno a la monetización se hizo sin un golpe fuerte sobre el nivel de actividad», dijo estar «preocupado» por los compromisos de renovación del Tesoro para julio y agosto, «que son exigentes», ya que entre ambos acumulan cerca de $ 700.000 millones.
Para ayudar a que esos objetivos se cumplan, el BCRA habilitó a los bancos a colocar parte de sus encajes -hasta $800.000 millones hoy depositados en Leliqs– en títulos del Gobierno nacional.
«El gran objetivo de Finanzas es que una parte del financiamiento se origine con los pesos estacionados en Leliqs. Ahí se verá el termómetro de la dinámica monetaria para adelante», sostuvo Vaunthier, para quien se trata de «una medida mucho más prolija que estar emitiendo pesos, aunque sujeta a la demanda de dinero».
Por otra parte, Delgado rescató otros dos elementos «muy importantes» del período: la acumulación de más de US$ 3.000 millones en reservas desde que empezó el año y el margen de intervención en futuros del dólar que ganó el Banco Central, que cerró junio con sus contratos en cero.
«Esto le da mucha más espalda para accionar y calmar expectativas en los próximos meses«, apuntó Delgado.
Sin embargo, hay un factor que preocupa: la acumulación de pasivos remunerados -Leliqs y Pases- que orillan el 11% del PBI y que hoy explican el principal factor de expansión monetaria ya que, hasta el 30 de junio, el BCRA emitió $ 572.302 millones para pagar intereses a los bancos, un combustible para la brecha cambiaria.
«Se vienen meses desafiantes para las licitaciones de Finanzas. Veremos si optan por convalidar un aumento de tasas o una mayor emisión para cubrir los vencimientos», finalizó Delgado.